No quiero tumba ni epitafio,
solo polvo en el aire,
diluirme en la atmósfera
de los lamentos tardíos.
Detesto ser desembocadura
de lágrimas ciertas e hipócritas,
espejismo de una noche,
anticipación de testamento.
Mariposas nocturnas
cubrirán mis faltas,
cómplices de Luna fría,
y con el Sol, resabio
de días perdidos en la memoria,
ser esa partícula que se respira,
alojarme en un pulmón
para seguir sintiendo vida.
viernes, 23 de noviembre de 2007
La vida después
Un delirio de Adrian en 19:26
Poemario: Desde el ocaso del alma
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