Por el nombre escrito, aquel cañón cobró vida pasada,
recuerdos de ti y vives en soplo de brisa que atrajo latidos antiguos.
Un mar que no fue mar sin tus ojos y un cielo que no fue libertad sin tus besos.
Ah, que la pereza de olvidarte me sacudió los espejos frívolos de mirarte,
y el viento susurró tu nombre al pie de la muralla.
Todo fue la comunión de los días que fuiste y eres,
las horas que marcamos amor en los muros y no lo percibimos.
Un libro pequeño abrió los minutos en tus cálidas manos
y ese capítulo veintiuno arrancó besos de la aspereza.
Luego hacer el amor... hacer el amor como antes no hicimos.
miércoles, 1 de agosto de 2007
Muros y amor
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