Una campana tembló,
ocupó mi cuerpo
estos días que la nada
se hizo eterna,
y la muerte durmió
al pie de la cama.
La bilis que fueron mi ojos,
borró tus dientes
de mis pliegues neuronales.
Es así, nada, solo huesos.
Maletín de órganos
que respiran sin cierre,
radiografía sonriente.
La flor marchita que sembré
despertó con las espinas
bostezando en mis manos,
tacto de sangre sin grito,
piel sin poros abiertos.
No queda más
que recoger las sábanas,
quemar los vestigios
de la realidad vidriosa
que la garganta clama.
No se despierta
de lo que no se es,
la llama azul de un mechero
sirve de consuelo
para el dolor que no calla.
Y el infierno es vida
si en el presente
todo es silencio, cruz maldita,
sin palabras ni confianza.
domingo, 9 de diciembre de 2007
Realidad vidriosa
Un delirio de Adrian en 17:16
Poemario: Desde el ocaso del alma
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario