Despertar sin vida,
abrir la mañana con ojos prestados
y ese desayuno en la cama
con manos que no son mis manos,
paladar de lengua ajena.
El grito que no es mi voz
escurre la locura de esta pesadilla,
ocupación enfermiza
de otro cuerpo prestado.
La sonrisa es mueca
de surcos en la cara
con cada rastro de sangre
oculto bajo la alfombra
donde yace el pasado.
Y la música… la misma música
recurrente y enajenante
movilizando la apatía,
patético discurso en la silla dibujado.
Caer, romperse los dientes
junto al cráneo inconciente
y empezar una vez más,
pedir prestado otro cuerpo,
ser locura itinerante
por los pasillos del tiempo
rasgando cada árbol de raíces secas.
Solo si tan solo
-
Divaga sobre mí el resonar de tus palabras
en un sinfín de peros, paras, porques
que me turban y perturban.
Me ensordece el grito que mi boca calla
para...
Hace 9 años
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