Las metáforas intranquilas dormirán dentro de una semana... para no volver y tal vez algún día renacer cuando despierte aquello que ha quedado en lo profundo

sábado, 25 de octubre de 2008

Eres tú, era yo

No fue bosque a merced
de la lluvia que no llega,
ni río extrañando sus afluentes
desviados de su curso.
Eres tú rodeada de vicisitudes
y miles de ausencias
robándome el cielo,
desbrozando la luz de mis sueños.
Recreando la carátula
de poemas sin nombre
toda fábula sembrada
fue tu esquiva mirada,
el párpado ocultando
de mi mundo tu paraíso.

No es ciénaga esperando
la crecida de manantiales,
ni primavera retrasada
en finales de inviernos.
Eres tú elevando muros
entre nuestras manos
dibujándome noches sin lunas,
enfriando mi cuerpo.
Avizorando tal magnitud
de distancias piedra a piedra
agoniza historia antigua
de mi tiempo por seca hiedra
de un abrazo dejando en estériles cenizas
lo que otrora fue fuego.

No será cascada extinta
añorando aguaceros demenciales,
ni red sin peces desvencijada
sobre la arena de una playa vacía.
Eres tú desempolvando sentimientos
con memoria tardía
abrochándome anécdotas felices
reales e imaginarias.
Sobreviviendo el tiempo desvanecido,
y a la par olvidándote,
un soplo de viento me dirá
que te has ido intentando recordarme
si en postrera luz de tus ojos
era yo entre besos amándote.

Gaviota

Alejado en el precipicio de mis noches
arrojé canto encendido de voces
clamando tu nombre sin esperanzas.
Fue mar que subió por los ríos,
marea que arrastró la arena
dejando costa limpia en arrecifes.
Y una gaviota que se alejó del lugar
salvó la distancia que no hace nidos,
doblegó la brisa con sus alas
y conquistó el cielo con vuelo alto
perdiéndose entre las nubes.

De tu mundo a mis alas

Sírvase el vino sobre tu roja cabellera
en predicción del verbo que te adora
y cada mañana que es historia nuestra.
Llevo como bandera el sol de un sueño
y tus ojos sumergidos sílabas de mi escudo,
camino del abrazo tomado pensándote
himno de inocencias y del silencio abrigo.
Nacerá en mi piel la rosa azul deseada
y seré tierra fértil, isla en tu mar tranquilo
descanso de miles de mariposas viajeras
anunciando la llegada de tus estaciones.
Mi fe predica el amor a tu luz vívida,
hálito de oasis vibrante en mis desiertos
que en tus labios encuentran el templo
donde adorar cada palmo de tu existencia.
En ti los sueños son realidades presentes
cual manos tuyas en mi alma ternura tejiendo.
No existen las despedidas, quizás una pausa,
un hasta luego de espinas punzando el recuerdo,
las horas conviven en ríos de cama vacía,
letargo de sonrisas añorando tus palabras.
Hoy estoy en el aire disperso cubriendo
las distancias en vuelo de tempestades,
revives la confianza de siglos en mí vacía,
rescatas del pasado mi cuerpo cual pecio
hundido en los abismos de los sentimientos.
Entonces cómo no ser todo cuanto predico,
cómo no respirar y ver más azul al cielo,
marcada está la estrella que me despierta,
la esperanza que viaja de tu mundo a mis alas.

Lagrimales vencidos

Lapidada la mirada
que sobre tus párpados
enrojeció las mañanas,
un presente continuo
es la voz diluida en la nada,
la palabra mustia
entre espejos lluviosos.

Un día fue la noche
cuando de tu cuerpo
arranqué esquirlas
de tristezas pasadas,
gris fue tu sonrisa
templo de un arcoiris
surgiendo de tus manos
cual lápida sin cruz
gélida visión de flores azules
reencarnación sin alma.

Ayer fuiste la luna
hoy un sol asesinado,
es esta habitación
un sepulcro sin tu risa,
sin las ocurrencias
que desplegaron tus alas.
Caímos desde lo alto,
demasiado calor
para nuestra brisa de cera,
el mar abismal destino
de nuestras proximidades.

Sin más ansias
que mis poros sangrantes,
realidad de garganta
sin sonidos cercenada,
quedo insepulto de verdades
al margen del camino
que no fue sino espejismo.
Y en la gruta
de mis ojos vacíos,
desnuda la calavera,
una procesión de animalejos
hacen la despedida
desde la humedad perenne
de mis lagrimales vencidos.

Flor del hielo que te vas

Flor del hielo que te vas,
de mis laberintos temporales
acuden desde mil besos
hasta la brisa que dio vida
a nuestras alas encontradas
bajo sol perfecto de tus ojos.
Y es tu espalda marcando la distancia,
pasos reduciendo la sombra
a un punto donde la luna es magia.

Diablillo colorao que te vas,
de mis versos se escapa la lágrima
que rueda cuesta abajo
bañando tus pupilas soñándome,
un eclipse fue conocerte
temblor de mi cuerpo y abrazos
la mirada cálida saciando.

Soldadita que te vas,
guerrera de la venia hermosa,
las estrellas que sembraste
concurrieron en constelación de sueños,
cada tormenta de tus cabellos encendidos
fue batalla ganada al tedio
renacer de mi alma de las cenizas
respiro tu esencia bajo mi piel.

Historia de mi historia que te vas,
desde la almohada que me diste en vida
nace la palabra que nunca escuchaste,
el caudal de palabras prohibidas
que alimentó nuestro río de pasiones
y ahora te marchas deshaciendo el tiempo,
coronando en mi espacio de luz
una gota de rocío pensándote.

Flor del hielo que te vas,
sublime el verso que me diste,
la rima imperfecta de la mañana
y el ocaso de mis estrofas,
Te vas y quedo a merced de mi riqueza
sin límites la vida amándote.

Muchedumbre de ausencias

Sumergible la palabra
que desemboca
en mis paredes de tiempo,
no se cobija la sombra
tras el voraz minutero
perdiéndose todo reflejo
sobre las arenas
de mis desiertos
sin caravana de dolientes.

Estremezco un pétalo
abrazado a mis hombros,
otoño en sepia de un día,
manipulación de nubes
ahuyentando la llovizna
que humedeció mis pies
en el paisaje de un grito.

Sin más compañía
que jardines secos
la naturaleza muerta
cruje pesada en mis oídos,
cada paso es quebradizo,
una melancolía se arrima.
Es distancia de la opulencia
del hastío sin sentido
rasgando el labio robado
y el cuerpo orgásmico.

Buscar el espacio,
el vacío galáctico
y las luces sin destinos,
todo radica en la muchedumbre
de ausencias probadas
y árboles sin corteza
adueñándose de los segundos.
¿Qué será del mar contenido?
Una frase hueca
sobornando las tardes sin nombre,
al final la nada,
la mirada sin sonidos.

Sueños fallecidos

Entre locuras y fantasías acudieron mis besos
a la aventura desértica de descubrir tus manos,
antifaz que se alzó sobre amuralladas palabras.
Fueron labios cáliz de mis deseos remotos,
volcán sucumbiendo ante la nieve de estrellas
y la sal se disuelve con mis versos en descenso,
trepidar de poesía que termina en frío silencio.

Muero en el mar de coral marcado con tu nombre,
sin perlas, ni tesoros, ni paisajes de tu óleo.
Fue el amanecer dentro de tus pupilas etéreas
estímulo de pasiones y anestesia para el alma.
Quedo solo en mi habitación del tiempo perdido,
rodeado de sonrisas de papel y pixeladas,
todo cuanto es rezago en ti y desconocí a ciegas.

Única, inverosímil, invisible y escurridiza criatura
de mis tardes, constructora de sueños y metáforas,
alfiletero sonriente de la vida que regala sueños,
allí mis manos digitales abrazaron el dolor de heridas
tan antiguas como mis recuerdos y tus estrellas,
y Sirio escondió su luz la noche en que imploré
tus lágrimas felices al borde de mis orillas
límite de mi espacio tiempo que te conoce.

No sé donde estoy, guardé las alas mojadas
en esa gaveta perdida de mi memoria falta de sol,
no quiero volar, basta, mi vida es mar sin agua,
desierto sin oasis, cielo sin nubes ni lluvia,
falto de arcoiris van mis ojos sin tu presencia.
Ya hoy nada importa si cubro mi pecho
con las manos arrancadas al paraíso inexistente.

Dejé una huella donde los siglos hacen historia,
una lágrima de ámbar donde atrapé un sentimiento
y entonces, arrastrando mis extremidades del cansancio,
me hago luz que parte hacia el universo,
cometa succionando el viento de mis pulmones,
atrapado en la órbita de saturno que me vio distante
toda hora en que cerré los ojos almidonados
y me permití hacer miel de sueños fallecidos.

Deseo sin destino

Rota en mil pedazos
viaja mi alma sin alma
cubriendo el tiempo
con la sangre
que ya no ama.
Fue cruel la muerte
de mi muerte
por demás temprana,
inesperada.
Y la noche abrochó
mi dolor con un grito
carente de testigos,
sólo el mar absorbiendo
lágrimas que no brotaron,
grande fue la herida,
cristales rotos
fueron los espejos
de mi única mirada
cuando sonriente
te amaba.
Y arrojado al precipicio
de las decepciones
volé sin desplegar mi alas
ya dolidas y cansadas,
el cuerpo dejó de ser cuerpo,
sucumbió cual satélite inerte,
sin masa ni energía
un punto luminoso
en la atmósfera de alguien,
un deseo sin destino.

Decepción

Se desprenden las aristas de mi cuerpo,
una a una ceden su espacio al dolor
yace sin música ni viento mi alma y pensamientos,
sucumbe el amor en el cadalso de las decepciones.

Fue la noche un murciélago quebrando el horizonte
y del pedestal cristalino descendió la flor enmohecida,
sin piel ni pétalos, sólo espinas dibujadas en su sonrisa.
Mis ventrículos detenidos parieron una lágrima roja,
mis ojos se disolvieron en el silencio.

El sueño iluso perdió la memoria, los recuerdos,
languidecen mis párpados descubriendo la imagen falsa
en el espejismo aterrador de cuanto se quiso,
desdén de las horas ahogando el deseo con tanta falacia
y la vida torció su rumbo con la nueva ausencia
quemando mis alas con brasas de indiferencia y mutismo.

martes, 29 de enero de 2008

Escalera vacía

Cuesta arriba
la invisible apariencia
de un sueño
del alma desprendido,
perdido en los pasos,
en cada escalón
acercándolo al olvido.
Mis pies grávidos
hacia el subsuelo
donde van los pasos
escalera abajo
en vacíos peldaños,
luminiscente sombra
que fue estampa,
el diario solo menciona
abandono de fronteras,
incisión de venas.
En la baranda
solo el legado
de huellas digitales
separándose en
direcciones impares.
Escaleras sin vida
residuo de tormentas,
los fantasmas
se agolpan
a mi puerta
desangrando el camino
que ha de llevarme
de regreso
a mis infiernos.

lunes, 28 de enero de 2008

No me alcanza la sangre

No me alcanza la sangre
para tanto viento caníbal
que mis entrañas devora.
Crujen las tablas del escenario,
roca dulce que en mi pecho habita,
pesado el paso de mis manos
y mi sonrisa es mueca
calmando el espejo del silencio.
Si pudiera haría isla
sin mar ni vida
cremación de penas absurdas
destrozo de venas sin paraíso
corriendo al abrazo tardío.
No encamino el verbo
ni de soslayo cultivo nubes,
reaparece el siglo que duele
en los dedos que sobre párpado cerrado
dijeron adiós al frío cuerpo.
Llevar la muerte en los ojos,
arrastrar la mortaja ignorada
fue viaje sin regreso
al presente futuro que me anima,
alma moribunda en gris tarde
volviéndose la nada,
ni un recuerdo.

lunes, 21 de enero de 2008

Del sueño pretérito

Raído el manto
de la noche
que cubre
el ladrido
del espejo,
supongo
una grieta
donde cayó
el amasijo
que fue
la vida
no vida
que arrastran
mis tobillos
fracturados.
Al borde
de una pesadilla
está la almohada
que ahogó
el espanto
de un silencio,
mortal caricia
de Caronte
sobre mi hombro.
Sobrevivo sin alma,
desnudo el hígado
y los tendones
que abrigan
la resistencia,
morfina
para mis visiones.
Para qué
tanto verbo,
ilusión óptica
de gris sonrisa,
carne postal,
afrodisíaco desechable,
una tumba
no repara
relojes abandonados,
el tiempo
escupe el rostro
tras gélido
discurso
de huesos rotos.
Hacer mariposa
succionar glóbulos
que la distancia
alberga en dispar
evento
de almas muertas
fiesta de nosotros,
la nada
del olvido,
el reflejo
transparente
y la pupila
de sal diluida.
Despierto,
acalambro mis manos
con el tonto
saludo refugio.
Todo es vivir
lo que no fue,
ser lo que
se vivió,
presente,
pretérito,
tan confundido
estoy...
Mi huella
no es huella,
solo lamentos
que sobre
las esperanzas
han muerto.

miércoles, 9 de enero de 2008

Quebrado en la nada

Desde el asfalto hacia el mar
deambula la pupila dilatada
de un pretérito tirano
cráter de grito en suspiros.
Desahogo el temblor
de rodillas quebradas
con cada golpe comprado
herencia del vicio masoquista.
Escamotear una mirada,
sonreír el hielo enlodado
tras cada cámara oculta
y el alcohol del rechazo.
Un cigarro distante,
bocanada disipando entrañas.
Mi corazón queda cortado
por la metralla de luces
robadas al silencio
del vivo sepulcro
que grabado tu nombre
desgarró mi tráquea.
Fútil descanso
de noches sin presente
estrujada luna
espejo de mi rostro.
Cada vértice de un llanto
es dimensión oculta
de mis vísceras adyacentes
implorando sangre
para las venas.
Encadenado el húmero atrevido
al cúbito que fabricó
saludos y abrazos a lo lejos,
con médula escurrida
por la piel maldecida.
Solo el salitre
aguarda en mis pestañas,
gema tras lóbulo ocular
amplificando olas
del tintero que escucho
destrozándome,
lanzándome al vacío
que en la nada vivo.