Los buitres del pedestal cielo
ahondan suerte maldita del verso muerto,
destino del caos teórico e insepulto
cada vocablo hueso enmohecido.
Donde los ojos oxidan el olvido
surgió la mirada de ácida lágrima,
y estos murciélagos de los sueños
rabiando en cavidades blancas
usurpan los estados de la materia.
Restos, solo festín de lo que no importa,
selva de acero en las costillas
derramando el cerebro,
partiendo la espina dorsal sumergida
en cada lámpara apagada.
Interruptores del grano de arena que no cae
cada espasmo de los picotazos
cuando en vendaval de luna roja
acuden a mí de la vida los lamentos.
miércoles, 19 de diciembre de 2007
Derramando el cerebro
Un delirio de Adrian en 21:45
Poemario: Desde el ocaso del alma
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