Rinoa -- Adrian
La noche de los mamíferos
con el cuerpo de dos algas,
y el corazón marino de la seda,
empezaba en una habitación de lluvia.
Madre perla de caricias
fueron gotas de sudor resuelto,
y las olas de tu piel delfín
mar bravo arrecife de tus besos.
Surcando tu marea,
impedirte los brazos a llanto,
acudí a tu salitre,
muriendo en el arrastre del deseo.
Revivo con cada suspiro de tus manos
cuando el ocaso me lo como de tus dedos
y un Sol tardío me arroja a tus playas húmedas
perdiéndose entre las dunas de un aguacero.
Tu piel en mis manos aprisionada,
velero de rápido vuelo en mis labios atrapado
tu pecho y espalda, sábanas en movimiento
que alzan el color de cada poro sediento.
Quedamos en la profundidad del éxtasis,
silencio respirable de habitación en arcoriris
sobre mar fundido por nuestras manos y labios.
Repiqueteábamos en la ventana
con el aliento de nuestros cuerpos cansados
y el vicio cual espuma sin rostro.
Navegando por tus aguas profundas
naufrago en tantas locuras incesantes
y dejo en tus muslos dulce tatuaje.
Cabalgando vida cual eternos delfines
rompimos mar en tormenta insaciable.
Se envidiaron risueños la sal y el azúcar,
amaneció la lujuria que ató dos vidas
y los gemidos dibujaron constelación de besos
absorbiendo el azul de los océanos.
La noche de los mamíferos
con el cuerpo de dos algas,
y el corazón marino de la seda,
empezaba en una habitación de lluvia.
Madre perla de caricias
fueron gotas de sudor resuelto,
y las olas de tu piel delfín
mar bravo arrecife de tus besos.
Surcando tu marea,
impedirte los brazos a llanto,
acudí a tu salitre,
muriendo en el arrastre del deseo.
Revivo con cada suspiro de tus manos
cuando el ocaso me lo como de tus dedos
y un Sol tardío me arroja a tus playas húmedas
perdiéndose entre las dunas de un aguacero.
Tu piel en mis manos aprisionada,
velero de rápido vuelo en mis labios atrapado
tu pecho y espalda, sábanas en movimiento
que alzan el color de cada poro sediento.
Quedamos en la profundidad del éxtasis,
silencio respirable de habitación en arcoriris
sobre mar fundido por nuestras manos y labios.
Repiqueteábamos en la ventana
con el aliento de nuestros cuerpos cansados
y el vicio cual espuma sin rostro.
Navegando por tus aguas profundas
naufrago en tantas locuras incesantes
y dejo en tus muslos dulce tatuaje.
Cabalgando vida cual eternos delfines
rompimos mar en tormenta insaciable.
Se envidiaron risueños la sal y el azúcar,
amaneció la lujuria que ató dos vidas
y los gemidos dibujaron constelación de besos
absorbiendo el azul de los océanos.
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